Friday, February 6, 2009

Hasta mañana

Hace casi veinticuatro horas que me di cuenta de que no estaba. Abrí la puerta del cuarto donde se suponía que estaba guardada y no encontré nada. Era importante, tan importante que tenía un sólo cuarto dedicado para ella; pero ya no está. Lo único que queda en el rastro de polvo delineando su silueta en el piso, ¡cuanto polvo! Supongo que tiene sentido que no me diera cuenta cuando se me perdió, era tan importante que la mantenía "protegida" detrás de la puerta cerrada. No me atrevía ni siquiera a abrir la puerta para renovar el aire, o para revisar que no se apagara. ¿En dónde está? ¿Por qué ya no la veo?

Ahora todo se ve tan lejano, tan... diferente. Diferente, a pesar de que nada parece haber cambiado.Supongo que el proceso fue tan gradual que no me dí cuenta de en qué momento dejó de haber lugar para ella. A pesar de que tenía un cuarto completo a su disposición, sencillamente no tenía espacio ahí adrentro. No entiendo. Lo que vino después debió ser doloroso, debí haber sentido que me arrancaban el corazón del pecho, pero no sentí nada. Lo único que ha logrado arrancarme una lágrima durante una de estas veinticuatro horas es un curry de Sri Lanka porque estaba muy picante.

Es horrible esta sensación de vacío. El espacio delineado por el polvo sigue ahí, en el pequeño cuarto que se ve aterradoramente grande porque ya no la tengo. Yo, de pie bajo el umbral de la puerta, sin el valor de entrar porque no quiero que se deshaga el último rastro que queda de ella, sólo miro abismada. Siento que si se borra esa silueta, voy a creer que nunca existió en realidad y eso me da miedo. Me gustaba cuando estaba y ahora no está, ya no la tengo porque se deshizo en agua y se escapó en alguna (o algunas) de las muchas lágrimas que derramé cuando no debía. Ya sabía yo que ser tan llorona no me iba a traer nada bueno, pero nunca me imaginé que pudiera volverse agua y escapar en las lágrimas de alguien.

"Perdón". Es lo único que puedo decir, con los ojos completamente secos y antes de dar la espalda y cerrar la puerta. Ésta vez sin llave por si algún día vuelve... o alguien me trae una nueva. Una vela que no se deshaga, o que no pueda escapar cuando lloro, o que no me deje llorar...