Empieza como una sensación de incomodidad en alguna parte del cuerpo que no logras definir claramente. Algo no está bien y algo en tu interior está tratando de decírtelo. Decides ignorarlo porque, seamos sinceros, no hay una razón clara, expresa, que te grite en la cara que algo está mal y tú (como buen habitante de este mundo y esta época) no estás para rodeos e insinuaciones. No. Tú necesitas que te hablen claro; no estás para andar perdiendo el tiempo tratando de descifrar señales provenientes de quién sabe donde.
La sensación de incomodidad se transforma en una molestia. Nada muy grave, es algo así como un escozor poco agradable, tal vez ubicado en la frente o detrás del ojo derecho. Si te detuvieras a pensar por un momento, te darías cuenta de que estás tan acostumbrado a ignorar lo que sientes que ni siquiera eres capaz de ubicar en donde está la molestia. Tu estilo de vida, tu educación, tu formación, y las voces en tu cabeza correspondientes a estos y otros aspectos de lo que llamas "yo" no te permiten andar pendiente de sensaciones que no sirven a otro propósito que comunicarte algún peligro imaginario.
Finalmente, llega el dolor. Es suave al principio, de tal manera que lo puedes seguir ignorando mientras sigues con tu ocupadísima vida. Sin embargo, va aumentando en intensidad, poco a poco, tan sutilmente que no te das cuenta hasta que se vuelve intolerable y "de repente" tienes un gran dolor de cabeza (porque la cabeza es una sola cosa y la ubicación exacta del dolor no importa). Te tragas una o dos pastillas de ibuprofeno de 400 (o acetaminofén si estás "de malas" y no hay nada más) y sigues con tus muy, muy importantes ocupaciones del día. Cumples, o no, todas las tareas que te propusiste en el día: ir al trabajo, escribir el reporte, ver a tu novio, almorzar y trabajar un poco más (porque nunca es suficiente).
El dolor es constante. Sigue ahí por semanas. Algunos días es más suave, algunos días es más fuerte, otros días es casi imperceptible. No sabes qué está mal, aunque sabes que todo está mal. Poco a poco empiezas a darte cuenta de que no disfrutas tu trabajo, no te importan los reportes, no te gusta pasar tiempo con tu novio y, definitivamente, no disfrutas tu trabajo. Todo empieza a venirse abajo, sientes que vas a colapsar bajo la presión de sentir que tienes que hacer malabares con todos los aspectos de tu vida. Tienes miedo. Sientes, en toda su magnitud, el miedo del mundo actual a "ser un fracaso". No te detienes a pensar, por un segundo, qué es eso de "ser un fracaso". Y no te detienes a pensarlo porque en el fondo crees que "ser un fracaso" es ser tú.
Termina el mes y con él, tu trabajo. Terminas los reportes y también terminas con tu novio. De repente estás lejos de los malabares y la presión. El dolor empieza a ser cada vez más leve. Te das cuenta de que no eras feliz haciendo lo que estabas haciendo, así hubieras intentado convencerte, con todas tus fuerzas, de que sí. Al parecer, algo en tu interior estaba gritándote por medio del dolor que (efectivamente) estabas haciendo algo mal. Un día te levantas y el dolor, junto con la sensación de pérdida y fracaso, ya no está. Por fin saliste del ambiente que estaba dañando tus sueños e ideales, y cerraste la puerta detrás de ti.
El dolor desaparece. Estás de nuevo en el corredor con las opciones, los caminos y las otras puertas que llevan a ellos. Es hora de escoger la siguiente puerta a probar. No hay fracaso en haber perdido algo, si aprendiste algo al final.
This was: Yin's idealistic view of life talking
Friday Afternoon
It's a good time to have time...
Thursday, September 18, 2014
Saturday, June 21, 2014
Blanco Púrpura Dorado
"Ambivalence"
A veces me siento mal. A veces lloro. A veces tengo rabia, ira, impotencia... miedo.
A veces, sólo quiero un abrazo.
Hay días en los que no tengo muy claro cómo controlar lo que siento y todo se vuelve malo. Se empiezan a acumular sentimientos negativos por todas partes y sólo tengo ganas de apagarme como si fuera un televisor. La sensación física de sentir se vuelve excesiva y me asusta, entonces trato de minimizar las sensaciones y me dedico a gritarme interiormente que me calme. La idea es más o menos tratar de concentrarme en cualquier cosa que no sea la bola de energía negativa que se me forma en la garganta, como un punto fijo en la pared o lavar algo.
Este pequeño "patrón de comportamiento" me ha generado bastantes problemas, especialmente en mis relaciones interpersonales. Alguna vez alguien llegó a sugerir incluso que podía ser "patológico". Resulta que según Google, toooodos mis "síntomas" de comportamiento pueden ser explicados por una enfermedad mental clasificada adecuadamente en el ICD-10. Pero bueno, si uno busca lo suficiente en Google, va a encontrar que está enfermo de alguna cosa, o ¿no?
Este pequeño "patrón de comportamiento" me ha generado bastantes problemas, especialmente en mis relaciones interpersonales. Alguna vez alguien llegó a sugerir incluso que podía ser "patológico". Resulta que según Google, toooodos mis "síntomas" de comportamiento pueden ser explicados por una enfermedad mental clasificada adecuadamente en el ICD-10. Pero bueno, si uno busca lo suficiente en Google, va a encontrar que está enfermo de alguna cosa, o ¿no?
Nunca me había detenido a pensar en cómo se ve desde afuera cuando intento calmarme. Al parecer se ve como si me aislara y dejara al mundo afuera. Y bueno... se ve como lo que es. Cuando me pasa, no puedo pensar en mucho más que en calmarme. En serio. Siempre he procurado que nadie tenga que lidiar con mis "episodios de drama", pero a veces es inevitable. Me siento mal, me disculpo y luego intento explicarlo, por lo general infructuosamente. Lo siento. Supongo que en realidad debe verse como algo enfermo. Espero que no lo sea en realidad.
This was: Yin's recurring unhappiness speaking
En realidad creo que no hay nada de qué preocuparse. Siempre logro salir de mi "bosque de emociones negativas", no es un estado permanente. Si lo que necesito aprender en esta vida es el control de mis emociones, no será del todo una pérdida de tiempo.
Sunday, July 7, 2013
Attract me
A couple of months ago I liked a boy. I liked the way he looks, the way he talks, the way he says he thinks... It was quite the crush.
When I like someone, it tends to end up in nothing because I'm usually not "proactive" enough to make a move, so, if the person doesn't show VERY clear signs that they're interested, I won't do anything. This boy, however, seemed to be interested for a while, so we had some sort of fling. Until at one point he changed his mind and told me this:
"You are a great girl, I think you're very smart and fun, and I enjoy being around you. But... I don't think you are as attractive as my ex-girlfriend"
...
I won't begin a rant about how horrible a person needs to be to say that to another (besides the fact that if he wasn't interested, he shouldn't have done anything in the first place). No. This post is not about the guy (he's just there for context). It's more about trying to figure out how I felt about it.
Let's put that in context as well: I grew up in a Latin-American society. Culturally speaking, this is a place where women are mainly seen as trophies. Since I have never been considered (nor seen myself as) particularly pretty or funny or graceful, I've never been a trophy myself. Growing up, this generated quite a discomfort in me because it's never easy being the outsider and I even felt that there was something wrong with me for not "managing to be one of the 'pretty girls'". Later in life, however, I learned to like myself and my body enough as to realize that I can actually be quite attractive too, and, most importantly, that it doesn't define me.
Even so, and as silly as it may sound, this guy's comment hurt me more that it should have. In a second, I felt all my childhood insecurities coming back to me, and that horrible feeling of not being "good enough" stung me for just a brief moment. I guess that some old habits are quite hard to quit.
After the first shock was gone, it was only my pride what was hurt, mainly because I was quite offended by being pointlessly compared with some girl I don't even know. And beyond that, there is one thing that I haven't managed to overcome: It is the sad realization that (once again) it is all about trophies. The boy was comparing women as one compares something one's going to buy. It felt something like: "this is great, but I don't think it would look good on me". And the saddest part is that I've heard another couple of very similar stories after that.
I don't know if this is the general view that men in our society hold about women, or if I've stumbled upon some unfortunate cases; but I can't help to feel sorry that there are people who think like that. After all, if I decided whether I'm attracted to someone based on how attracted I was to my ex, my crush on this boy wouldn't have existed in the first place, and I would've missed a couple of good moments... and the chance to write about it.
This was: Yin's thoughtful self speaking.
Labels:
expectations,
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Of laughs and tears,
Pointless Rantings,
Yin
Tuesday, December 11, 2012
(No sé hacer) Borrón y cuenta nueva...
Advertencia: Este post está un poco largo.
Terminar una relación siempre es algo doloroso. No importa si el que "decidió" cortar el lazo (o cadena, o hilo, o hebra dependiendo del grosor y resistencia del asunto) fue uno mismo. Y la decisión va entre comillas porque no es en realidad una decisión sino la inevitabilidad del cambio que conlleva la evolución de las relaciones. Yo no decido querer o dejar de hacerlo ¿a quién se le ocurre semejante tontería? Después de todo, si uno pudiera decidir esas cosas sencillamente lo haría y nadie andaría por la vida "sufriendo por amor" (y ¿qué sería de la música y las artes entonces?). No, lo realmente doloroso es que -precisamente- cuando las cosas han cambiado para peor, lo único que que uno puede hacer es escoger (lo que en el momento parece) el menor de dos males: aceptar que las cosas cambiaron, o tratar de cambiarlas de nuevo por algo que se parezca a lo que existía inicialmente. A sabiendas, valga la aclaración, de que, como uno ya no es igual, la relación no va a ser igual, sin importar lo que uno haga.
El motivo del escrito de hoy es (como podrán suponer) una no-tan-reciente ruptura. Este blog y sus 3 lectores son testigos de mi difícil historia de hace un par de años, cuando aún vivía en Japón. Después de eso salí con un par de personas que ayudaron en mi proceso (lento, muy lento) de recuperación de confianza en mi y en otros, sin realmente comprometerme con nadie ni involucrar mucho mis sentimientos en el asunto. En el momento en que sentía que me estaba acercando demasiado, buscaba cualquiera de las cosas que me molestaban sobre esa persona y la ponía como argumento para terminar el asunto y no seguirme complicando. He de admitir que no fue justo con algunas de las personas con las que salí porque nunca permití que se acercaran mucho y, por lo tanto, no pude corresponder a lo que me ofrecieron en el momento. Seguro suena un poco a frase de cajón, pero el hecho es que estaba lastimada y no iba a permitir que me hirieran de nuevo.
Esa postura de 'si no permito que la gente se me acerque, no permito que la gente me lastime' funcionó muy bien por un tiempo y realmente me permitió procesar las cosas y hacer paces con la situación, pero es una postura que tiende a alejar a los otros porque nadie quiere estar con un discapacitado emocional. Hace más o menos 8 meses, cuando había comenzado a darme cuenta de esto, apareció otra persona -un vecino- con quien me entendía más o menos bien, o por lo menos eso creía, y empezamos a salir. La verdad es que pensé que iba a ser una relación como las que había tenido últimamente: superficial y simple (con el perdón de los involucrados). El vecino parecía ser buena persona, no muy interesado en embrollos emocionales y entendía que lo más importante para mi, en este momento de mi vida, es la academia.
Resumiendo mucho la historia, el vecino sí era una buena persona, pero estaba lleno de sus propias discapacidades emocionales. Dudo que alguien no lo esté, pero las suyas en particular, eran muy parecidas a las mías y sumadas a ellas, fueron una receta para el fracaso. Tardé mucho en darme cuenta de eso y mientras tanto pasé el umbral de tiempo que había puesto para terminar mis relaciones anteriores. Decidí no enfocarme en las cosas que me molestaban como excusa para dejar de llamar y decidí darle una oportunidad al vecino de entrar a ser alguien importante en mi vida. Fue aterrador. Con el miedo carcomiendome por dentro, seguimos saliendo un tiempo mientras yo me empecinaba en dejar pasar las cosas que no me gustaban y que iban deteriorando la relación poco a poco.
Mirando el panorama completo, fue una experiencia bonita. A pesar del miedo, intenté acercarme un poco y hubo momentos en que estar con él me hizo muy feliz. Debo admitir que no estaba tan preparada como creí para enfrentar una nueva relación en serio, pero le agradezco mucho al vecino haberlo intentado conmigo. El final no fue tan bonito, en cambio. Creo que el vecino también hizo un salto de fe conmigo y salió más que decepcionado del proceso. Lo siento por eso.
Lo cierto es que no soy una persona con la que es fácil estar, y soy consciente de ello. Tengo problemas confiando en la gente y por eso ando a la defensiva todo el tiempo, algo así como un hamster. Hay cosas que sencillamente no estoy dispuesta a tolerar, y si me siento agredida salto a mi rincón y muestro los dientes. Y me cuesta mucho no guardar rencores; sé que no está bien y trato de no hacerlo... pero me cuesta. Así que los detalles que dejé pasar fueron quedando ahí, guardados. Me sentí agredida muchas veces por sus puntos de vista sobre las cosas, y aunque traté de dejarlo pasar, no lo logré; otras tantas veces, las heridas de mi vecino le hacían desconfiar de mi y de mis intenciones, lo cual tampoco tomé muy bien. Al final me ganó el miedo y no pude dejar que se acercara lo suficiente, ni quise trabajar en mejorar lo que no estaba bien. Supongo que la desconfianza que me mostraba casi todo el tiempo estaba bien fundamentada, aunque siempre me negué a aceptarlo. De la misma manera que me negué a aceptar que nuestras diferencias realmente eran un problema para nuestra relación.
"Terminamos" hace más de un mes. ¿Por qué escribo esto con más de un mes de retraso? Fácil: porque no he terminado de procesarlo. Adquirí muchos malos hábitos en Japón. Uno de ellos (quizás el más molesto) es el hábito de guardarme lo que siento hasta que se me olvida o me gana y se sale. Tengo la (tal vez mala) suerte de ser una buena mentirosa y casi, casi logro creerme que no me afectó haber terminado con él. La verdad es que me dolió; la verdad es que en aunque no lo dejé acercarse del todo, se acercó más de lo que había dejado acercar a alguien en mucho tiempo; la verdad es que, aunque nunca me creyó, sí lo quise.
This was: Yin's stunned apology speaking
Terminar una relación siempre es algo doloroso. No importa si el que "decidió" cortar el lazo (o cadena, o hilo, o hebra dependiendo del grosor y resistencia del asunto) fue uno mismo. Y la decisión va entre comillas porque no es en realidad una decisión sino la inevitabilidad del cambio que conlleva la evolución de las relaciones. Yo no decido querer o dejar de hacerlo ¿a quién se le ocurre semejante tontería? Después de todo, si uno pudiera decidir esas cosas sencillamente lo haría y nadie andaría por la vida "sufriendo por amor" (y ¿qué sería de la música y las artes entonces?). No, lo realmente doloroso es que -precisamente- cuando las cosas han cambiado para peor, lo único que que uno puede hacer es escoger (lo que en el momento parece) el menor de dos males: aceptar que las cosas cambiaron, o tratar de cambiarlas de nuevo por algo que se parezca a lo que existía inicialmente. A sabiendas, valga la aclaración, de que, como uno ya no es igual, la relación no va a ser igual, sin importar lo que uno haga.
El motivo del escrito de hoy es (como podrán suponer) una no-tan-reciente ruptura. Este blog y sus 3 lectores son testigos de mi difícil historia de hace un par de años, cuando aún vivía en Japón. Después de eso salí con un par de personas que ayudaron en mi proceso (lento, muy lento) de recuperación de confianza en mi y en otros, sin realmente comprometerme con nadie ni involucrar mucho mis sentimientos en el asunto. En el momento en que sentía que me estaba acercando demasiado, buscaba cualquiera de las cosas que me molestaban sobre esa persona y la ponía como argumento para terminar el asunto y no seguirme complicando. He de admitir que no fue justo con algunas de las personas con las que salí porque nunca permití que se acercaran mucho y, por lo tanto, no pude corresponder a lo que me ofrecieron en el momento. Seguro suena un poco a frase de cajón, pero el hecho es que estaba lastimada y no iba a permitir que me hirieran de nuevo.
Esa postura de 'si no permito que la gente se me acerque, no permito que la gente me lastime' funcionó muy bien por un tiempo y realmente me permitió procesar las cosas y hacer paces con la situación, pero es una postura que tiende a alejar a los otros porque nadie quiere estar con un discapacitado emocional. Hace más o menos 8 meses, cuando había comenzado a darme cuenta de esto, apareció otra persona -un vecino- con quien me entendía más o menos bien, o por lo menos eso creía, y empezamos a salir. La verdad es que pensé que iba a ser una relación como las que había tenido últimamente: superficial y simple (con el perdón de los involucrados). El vecino parecía ser buena persona, no muy interesado en embrollos emocionales y entendía que lo más importante para mi, en este momento de mi vida, es la academia.
Resumiendo mucho la historia, el vecino sí era una buena persona, pero estaba lleno de sus propias discapacidades emocionales. Dudo que alguien no lo esté, pero las suyas en particular, eran muy parecidas a las mías y sumadas a ellas, fueron una receta para el fracaso. Tardé mucho en darme cuenta de eso y mientras tanto pasé el umbral de tiempo que había puesto para terminar mis relaciones anteriores. Decidí no enfocarme en las cosas que me molestaban como excusa para dejar de llamar y decidí darle una oportunidad al vecino de entrar a ser alguien importante en mi vida. Fue aterrador. Con el miedo carcomiendome por dentro, seguimos saliendo un tiempo mientras yo me empecinaba en dejar pasar las cosas que no me gustaban y que iban deteriorando la relación poco a poco.
Mirando el panorama completo, fue una experiencia bonita. A pesar del miedo, intenté acercarme un poco y hubo momentos en que estar con él me hizo muy feliz. Debo admitir que no estaba tan preparada como creí para enfrentar una nueva relación en serio, pero le agradezco mucho al vecino haberlo intentado conmigo. El final no fue tan bonito, en cambio. Creo que el vecino también hizo un salto de fe conmigo y salió más que decepcionado del proceso. Lo siento por eso.
Lo cierto es que no soy una persona con la que es fácil estar, y soy consciente de ello. Tengo problemas confiando en la gente y por eso ando a la defensiva todo el tiempo, algo así como un hamster. Hay cosas que sencillamente no estoy dispuesta a tolerar, y si me siento agredida salto a mi rincón y muestro los dientes. Y me cuesta mucho no guardar rencores; sé que no está bien y trato de no hacerlo... pero me cuesta. Así que los detalles que dejé pasar fueron quedando ahí, guardados. Me sentí agredida muchas veces por sus puntos de vista sobre las cosas, y aunque traté de dejarlo pasar, no lo logré; otras tantas veces, las heridas de mi vecino le hacían desconfiar de mi y de mis intenciones, lo cual tampoco tomé muy bien. Al final me ganó el miedo y no pude dejar que se acercara lo suficiente, ni quise trabajar en mejorar lo que no estaba bien. Supongo que la desconfianza que me mostraba casi todo el tiempo estaba bien fundamentada, aunque siempre me negué a aceptarlo. De la misma manera que me negué a aceptar que nuestras diferencias realmente eran un problema para nuestra relación.
"Terminamos" hace más de un mes. ¿Por qué escribo esto con más de un mes de retraso? Fácil: porque no he terminado de procesarlo. Adquirí muchos malos hábitos en Japón. Uno de ellos (quizás el más molesto) es el hábito de guardarme lo que siento hasta que se me olvida o me gana y se sale. Tengo la (tal vez mala) suerte de ser una buena mentirosa y casi, casi logro creerme que no me afectó haber terminado con él. La verdad es que me dolió; la verdad es que en aunque no lo dejé acercarse del todo, se acercó más de lo que había dejado acercar a alguien en mucho tiempo; la verdad es que, aunque nunca me creyó, sí lo quise.
This was: Yin's stunned apology speaking
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